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Las dehesas de Fresno

 

En España se llaman dehesas a los pastizales seminaturales que se extienden por amplias áreas de suelos pobres del centro, oeste y suroeste de la península Ibérica. 

Son ecosistemas muy interesantes porque son muy buen ejemplo de equilibrio entre explotación por el hombre y conservación de los recursos naturales

Formación

La zona en la que están las dehesas estaban ocupadas por bosques. En tiempos pasados se eliminaron árboles y matorrales, con talas, siegas, incendios controlados, roturaciones del terreno y por el ramoneo de las cabras. Así se abrieron claros en el bosque que se mantienen por los mismos procedimientos, porque si no, el proceso de sucesión ecológica restauraría el bosque primitivo. Las cabras fueron sustituidas hace tiempo por el ganado vacuno, ovino, porcino y caballar que es, desde hace años, el más frecuente en la dehesa.

Con el pastoreo es suficiente para mantenerla e impedir que el bosque se reconstituya, aunque al haber menos ganadería alimentada por pastos se ha complicado su gestión en los tiempos recientes..

Funcionamiento ecológico 

En la dehesa se produce una contraposición clara entre lo que sucede en las zonas altas y las bajas. 

Desde las zonas elevadas se exportan agua, minerales y materia orgánica que se van acumulando en las zonas más bajas. Por otra parte, en las zonas bajas abunda más el agua, o está más cerca de la superficie y el agua es el principal factor limitante de la producción en las dehesas. La mayor humedad y el aporte de nutrientes hacen que las zonas bajas sean más fértiles con suelos más ricos (eutróficos) y que en ellas se desarrollen sistemas más maduros. En cambio, las zonas altas están sufriendo un continuo proceso de rejuvenecimiento a causa de las pérdidas que soportan. Es un caso típico de lo que se llama en ecología una explotación. El sistema explotador, el que recibe materiales, gana en madurez, mientras que el explotado, el que cede esos materiales, se ve obligado a permanecer en fases más juveniles con su evolución frenada. 

Los árboles desempeñan funciones muy importantes en las dehesas. Los principales son la encina y el alcornoque, seguidos del roble melojo y el quejigo. El arbolado y el matorral suelen conservarse en las zonas más altas, más pedregosas o con mayores pendientes. Forman un sistema protector que mitiga las pérdidas de materiales ladera abajo.

Los árboles son productores primarios de la dehesa que siguen la estrategia de la K. Se renuevan lentamente, son estables, de baja productividad. Indican alta madurez en el ecosistema. Las especies herbáceas son también productores primarios pero que siguen una estrategia de la r. Se renuevan rápidamente, su productividad es alta y son indicadores de zonas del ecosistema poco maduras.

En las zonas soleadas abundan las leguminosas que pueden fijar el nitrógeno atmosférico con sus nódulos simbióticos, mientras que en las zonas en las que hay que competir por la luz triunfan las especies con más rápido desarrollo, que son las hierbas gramíneas. 

Efectos del pastoreo

La explotación ganadera de la dehesa modifica la situación. Las zonas bajas, con suelos fértiles y más agua son las más aptas para alimentar al ganado. El pastoreo favorece a las especies de plantas con tasas de renovación más altas (encespedamiento del pasto), porque las que no son capaces de regenerarse o reproducirse rápidamente acaban siendo eliminadas por el ganado. Esto se traduce en que no aumenta la biomasa vegetal en estas zonas, porque es comida por el ganado, a pesar de que se mantiene muy alta la producción gracias a las características del suelo y a las características de las plantas

Una relación alta entre producción y biomasa, lo que en ecología se llama una alta productividad, es síntoma de juventud en el ecosistema. Es decir, la explotación ganadera rejuvenece a las zonas bajas de la dehesa. Si no fuera por esta explotación, la producción de esta zona se invertiría en estructuras leñosas, recuperándose el bosque.

Las zonas altas están en una situación muy diferente. Por su escasa producción y porque las plantas presentes son menos gustosas para el ganado, no son casi usadas para el pastoreo. La poca producción que tienen la pierden arrastrada ladera abajo o se usa para aumentar la biomasa leñosa.

Lo que se ha producido en la dehesa es lo que llamamos un proceso de coevolución en el que las interacciones mutuas entre plantas, herbívoros y microorganismos del suelo han llevado al ecosistema al mejor equilibrio posible. Se ha logrado que no haya descompensación entre producción, consumo, inmovilización temporal de nutrientes en el humus y descomposición de la materia orgánica. 

El pastoreo mantiene la dehesa en equilibrio ecológico. Si es excesivo acaba disminuyendo la resistencia de las plantas a la sequía, aumenta el pisoteo y termina por desnudar y erosionar el suelo. Si es escaso favorece la aparición de especies poco apetecibles para el ganado doméstico que son las propias de la sucesión natural hacia el bosque.

Las deyecciones del ganado reciclan los nutrientes, manteniéndolos cerca de la superficie del suelo, a disposición de las plantas. Se observa que los tallos de las hierbas y arbustos contienen mucho más nitrógeno en los lugares sometidos a pastoreo que en zonas próximas pero que no tengan ganado.

Ventajas que aporta la estructura de la dehesa

El que en la dehesa se alternen espacios ecológicamente maduros con otros inmaduros supone importantes ventajas que han facilitado la conservación de este ecosistema y su capacidad de recuperación después de sequías o cultivos.

El cultivo típico en la dehesa es itinerante, con periodos cortos de cultivo seguidos por otros más largos de recuperación del terreno. Cuando se cultiva, el arbolado obliga a dejar zonas sin labrar en la proximidad de los troncos. Así se mantienen pequeños lugares en los que no se modifica la estructura del suelo y en los que se conserva la flora y fauna del suelo y las hierbas propias del pastizal. Cuando el cultivo se traslada a otra parte, estos núcleos que han mantenido la diversidad y cierta complejidad en su composición, facilitan el que el sistema se recupere con rapidez.

La rentabilidad de la dehesa se basa en minimizar las entradas de energía, buscando el autoabastecimiento. Otros países están mostrando un gran interés en las prácticas de la ganadería extensiva en pastos seminaturales arbolados, dado que constituyen una muestra evidente de que puede alcanzarse un equilibrio entre explotación y conservación de buena parte de los valores naturales.

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