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Paleolítico

Un clima relativamente benigno durante las tres primeras glaciaciones favoreció la llegada y permanencia del hombre prehistórico en la comarca de Sayago. En las laderas sureñas del río Tormes (Carbellino, Roelos,...) y al oeste del Duero (Fermoselle, Fornillos,...) se han encontrado restos paleolíticos como los achelenses en Bermillo

Neolítico


Este período de la Prehistoria se corresponde con el de la piedra pulimentada que sustituye a la tallada. Pero los avances tecnológicos y cambios evolutivos no se dieron sólo en el arte de labrar la piedra. El Neolítico supuso además el que el hombre dejara de ser nómada detrás de la caza. Se hizo sedentario, es decir fijó asentamientos definitivos, principalmente en altos cerros que facilitaban la defensa, o peñascales junto al cantil del río que le cubrían la retaguardia, en los que domesticó animales, comenzó a labrar la tierra y generalizó, por primera vez, el uso de la cerámica. Otra característica importante del Neolítico en Sayago son los dólmenes o enterramientos individuales o colectivos a base de enormes piedras (megalitismo), así como la aparición de altares y santuarios rupestres en los que se daba culto a las divinidades de la Naturaleza: árboles, rocas, aguas, cerdos, toros, serpientes, Sol, Luna, etc.,  mediante ofrendas o sacrificios cruentos.

Edad de los Metales


Si la revolución neolítica fue tardía para Sayago, como consecuencia de la difícil comunicación con las comarcas próximas debido a los infranqueables Arribes del Duero y Tormes, la llegada de los metales debió ser aún más larga en el tiempo. Esto supuso que los sayagueses continuasen durante mucho tiempo con las herramientas de piedra. La única pieza de cobre, primer metal descubierto por el hombre, fue hallada en el dólmen de Almeida. Si no se ha encontrado nada más de cobre, y nulas son prácticamente apariciones de bronce, podemos deducir que,  hasta la llegada del hierro, unos 3.000 años a. de  C., en Sayago, sus habitantes desconocieron la primera etapa de la metalurgia.


En la Edad del Hierro, y con la llegada de las tribus vettonas celtas (siglo VI a. C.), en Sayago sí que aparecen restos arqueológicos más precisos, cerámica elaborada ya con torno e incluso incisa, esto es, con las primeras manifestaciones del arte mediante incisiones con la uña o algún palito. Entre esos restos aparecen también pondus y fusayolas correspondientes a los primitivos telares en los se comenzó a tejer el típico “manto” sayagués usado por los pastores. Asimismo, en los múltiples asentamientos han aparecido las típicas molineras barquiformes para moler trigo o bellotas. Pero quizás lo más importante de la población primitiva sayaguesa fue su vida comunitaria, una costumbre que casi ha llegado a nuestros días. La tierra común y sus productos también comunes, que se repartían equitativamente entre los miembros de aquella sociedad. Lagares comunitarios, hornos de fundición de uso común, vecera común, cabriada común, trabajos cooperativos y tareas de todos para solucionar problemas de todos.

 

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