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Edad Moderna. 1492 - 1808

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Condensar tan importante etapa histórica no es fácil. Por ello se extraerán pinceladas de los acontecimientos más relevantes que afectaron a Sayago en este período.
 
Los Reyes Católicos, con la expulsión de los árabes, consolidaron la monarquía, pero cometieron la torpeza de expulsar también a los judíos. El receptor principal fue Portugal que se benefició de la llegada de hombres cultos, artesanos y banqueros. Sayago perdió un potencial importante, aunque algunos judíos aprovecharon para quedarse, al estar la comarca tan aislada y tan próxima a la frontera.

En el reinado de Carlos V, Sayago se vio implicado en la lucha comunera. El obispo Acuña, que se sumó a los tres célebres capitanes sublevados, estableció su cuartel general en el castillo de Fermoselle, hasta que, tras la derrota de Villalar, acabó en el patíbulo, y el castillo lamentablemente desmantelado por orden del rey.
 
La conquista de Portugal por Felipe II supuso la llegada de menesterosos del otro lado del Duero hacia Sayago, de forma que se tuvieron que poner controles en los pasos del río. Para remediar en parte el problema del hambre se establecieron hospitales de pobres en Fermoselle y Almeida.

A pesar de las pestes que venían asolando al país desde el siglo XIV, las malas cosechas, las frecuentes epidemias del XVI, y el incremento de población a finales de este siglo, no se incentivó la emigración y el número de emigrantes sayagueses hacia la recién descubierta y colonizada América fue escaso. Convertida España en la principal potencial mundial, Sayago se vio beneficiada por el general crecimiento económico, lo que motivó la apertura de muchas ferias con la autorización, protección y privilegios concedidos por el rey, que han llegado, algunos de ellos, a nuestros días. Asimismo, se establecieron en los pueblos de mayor población mercados de trueque de productos de la comarca. Aprovechando algunas de esas ferias, 9 de septiembre en la ermita de Gracia por ejemplo, se celebraban con gran jolgorio corridas de toros. También  tendrían lugar, con encierros incluidos,  en los núcleos de población más importantes: Fermoselle y Almeida.


Es notorio el que en esta etapa histórica, se fomentara el número de cofradías en cada pueblo de Sayago, con ordenanzas propias, que lograron recaudar fondos para levantar las muchas ermitas, ahora en su mayoría destruidas o abandonadas. Fue, además de un acto de fe, una manera de aliviar la fuerte presión de la Iglesia.
 
Otro hecho significativo fue la compra de Sayago en 44 millones de reales al rey Felipe V en 1741. Los concejos, ante la nueva situacion, y ante la demanda de más tierra cultivable por parte de la población en aumento, éstos, faltos de recursos económicos, se vieron obligados a vender gran parte de los terrenos comunales. Para asegurar una vez más la propiedad privada, y con el fin de liberarse de estar cuidando el ganado y dedicarse a otros menesteres, cada unidad familiar dedicó su escaso tiempo libre al cerramiento de sus fincas con pared de piedra. Así, cada año se fue incrementando el número de prados y cortinas alrededor de cada casco urbano. Ello dio lugar a un laberinto y cinturón  de paredes en torno a los pueblos, que hoy en día llama la atención a los visitantes.

El arte, en los Siglos de Oro, introducirá grandes cambios renovadores. El nuevo estilo, llamado Renacimiento o Renacentista, hará renacer, de ahí su nombre, las antiguas culturas de las grandes civilizaciones de Grecia y Roma. Como entonces, el gusto y disfrute por los temas naturistas, por la realidad viva de los paisajes, personajes y desnudos en toda su belleza, se imponen de nuevo. Escultores y pintores tratan de imitar a los grandes genios antiguos. En la arquitectura se continúa con el gótico, al que se une el nuevo estilo isabelino, o el plateresco del primer renacimiento. Sayago, salvo las aportaciones que antes se mencionaron en el gótico, aporta pocas novedades, salvo algún presbiterio y algún sepulcro. Tímidamente aparecen algunas portadas de iglesias con el típico pometeado de los Reyes Católicos en Pereruela.
 
Sin embargo, sí que se prodigaron las obras escultóricas y pictóricas renacentistas en la mayoría de las iglesias sayaguesas. El oro traído de América embelleció con su dorado (pan de oro) sagrarios, imágenes, relieves y algún retablo.

Durante el siglo XVI la mayoría de las iglesias y ermitas fueron pintadas con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, para explicar con imágenes el contenido de nuestra religión. Cuadrillas de pintores, contratadas previamente, se encargaron del trabajo. No eran pintores cualificados, por lo que las pinturas son más bien rústicas, simplistas, de trazos sencillos, salvo excepciones. Con motivo de la peste y por razones sanitarias las paredes de las iglesias fueron encaladas. Para facilitar el que la cal agarrara, las pinturas fueron deterioradas o perdidas por los golpes de la piqueta.

El siglo XVII trae consigo un nuevo estilo: el Barroco, que finaliza con el Rococó, recargado de adornos y rebuscado. El más abundante en Sayago. En ese tiempo muchas de sus iglesias fueron ampliadas o reconstruidas, por lo que se conjugan en ellas lo románico y lo gótico con lo barroco. Se incrementaron los retablos así como las imágenes procesionales con mayor expresión de movimiento. La pintura aumentó los contrastes de luz y sombras dando lugar a la técnica del tenebrismo, del que la comarca ofrece varias muestras en Roelos por ejemplo.
 
El siglo XVIII, más conocido como Siglo de las Luces y de la Revolución Industrial, trajo aires nuevos de Francia, aliado de España, que promulgaban tolerancia, libertad y menos poder absoluto del rey, pero esos aires no llegaron a la comarca.Tan sólo, la Sociedad Amigos del País promocionó la plantación de almendros y otros frutales de manera gratuita. De ello se benefició esencialmente Fermoselle que cubrió desde entonces gran parte de sus laderas hacia el río.

Los tratados de alianza con Francia no beneficiaron para nada a Sayago. Por el contrario, la frontera se vio envuelta en frecuentas revueltas y guerras, sobre todo durante el reinado de Carlos III. El Fuerte de Torregamones es el más vivo ejemplo. Desde allí se cañoneaba el castillo de Miranda. Estas guerras motivaron una fuerte salida de sayagueses hacia Argentina y Cuba, principales países de atracción. Los que volvieron con dinero, los indianos como se les llamó, compraron fincas e hicieron magníficas casas en el pueblo cuyas portadas destacaron de las otras.(véase Villar del Buey).
 
Poco hay que destacar en Sayago de la arquitectura barroca del siglo XVIII. La escultura se recargó aún más con follajes, parrales y otros motivos ornamentales. La pintura prefiere los temas campestres y cuadros con mayor colorido. A finales del XVIII, del cansancio que se produjo con tanta ornamentación, surge el Neoclasicismo. Un nuevo estilo más austero y sencillo, contrapuesto al anterior.

A finales del XVIII y principios del XIX, con motivo igualmente de la lucha con el país vecino, Carlos IV o bien Napoleón que pretende conquistar Portugal a través de España, recomiendan fortalecer y restaurar los puentes próximos a la frontera. De ello se beneficia Fariza con la remodelación de su Puente Grande. En el reinado anterior, Pinilla vio levantar un puente sobre su rivera con idéntica intención.

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