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La escuela de antes en Fresno de Sayago

 

La escuela a la que voy a referirme es la escuela que yo viví y que se dió, con algunas variantes, en cualquier zona de España a lo largo de prácticamente todo el siglo XX.

La escuela de Fresno que yo estudié estaba -y está- en la plaza del Moral, junto a la carretera de Zamora. Ante, por las referencias que tengo, había escuelas en la actual ubicación del Ayuntamiento y el solar de la casa de Tránsito.

En la escuela que yo conocí, se agrupaban niños de diferentes edades, separados por sexos: la escuela de niños a la izquierda y la escuela de niñas a la derecha. Un maestro para los niños y una maestra para las niñas. Había más diferencias, fundamentalmente en la dictadura: diferencias que se establecían entre niños y niñas. Las cartillas de escolaridad de ellos eran azules. Las de ellas, rosas. De los niños se decía: 'El aplicado aprende mucho y el estudioso merece premios'. De las niñas, empujadas a aprender a bordar o coser para ser 'mujeres de bien', se destacaba: 'La humilde encanta a su maestra y la niña religiosa es encantadora'.

La distribución espacial era el maestro en su mesa grande, con un brasero, la bola del mundo; al lado las pizarras a la que accederán los alumnos sólo en el momento que les indique. Esto nos indica ya una filosofía educativa que marca la diferencia entre la posición del maestro y de los alumnos.

Los alumnos estábamos enfrente del maestro en pupitres viejos con una posición fijada de antemano. El puesto servía de premio y de castigo: adelantar puestos o atrasarlos. La colocación no dependía del azar. Te sabías la lección, adelantabas puestos, titubeabas: al final de la clase.

El resto del mobiliario era: el Crucifijo, el Jefe del Estado, la Inmaculada, la bandera y el reloj. El parte trasera había un armario con los utensilios que hacían más prácticas las lecciones, más motivadoras: cuerpos geométricos, medidas de capacidad y peso. En la parte delantera, otra gran armario con libros fundamentalmente manuscritos para la lectura. De las paredes colgaban unos cuantos mapas físicos y políticos de España, de Europa y de todo el mundo.

Los años de la postguerra fueron los más difíciles por el hambre que se pasó; pese a todo, los niños pudieron durante años engañar un poco el hambre gracias a la generosidad de los estadounidenses. Concretamente, gracias a un tal señor Marshall que hacía posible que cada día pudiesen tomar en la escuela lo que por entonces se denominó el 'complemento alimenticio'. Es decir, 25 gramos de leche en polvo que, disueltos en agua, se convertían en un cuarto de litro de leche. Una circular de las autoridades educativas de la época recuerda que ese 'complemento alimenticio' no debe en ningún caso suministrarse fuera de la escuela ni ser objeto de comercio. La leche venía en grandes bidones y cada día, por turno, uno de nosotros traía agua caliente de su casa; se batía en una gran cacerola y después se repartía a la hora del recreo.

La pizarra típica era una plancha rectangular de roca bordeada  por unos listones de madera. En algunos casos unos de los listones tenía un orificio al que se ataba un hilo para sujetar el pizarrín, que también era de roca, y un trapo para borrar. Y que chirriaba a veces "dando dentera" a los compañeros. Como estas pizarras se rompían con mucha facilidad, posteriormente se sustituyó la pizarra por hojalata y el pizarrín de roca por los que se llamaban pizarrines de manteca.Después utilizaban el lápiz y de más mayores la pluma y el tintero con la tinta.

Ni que decir tiene que las plumas no eran estilográficas, sino que se trataba de un mango de madera al que se adosaba una plumilla -plumín se llamaba en Fresno- que se introducía en el tintero que había en la parte delantera de cada pupitre. Como estos tinteros no tenían tapa de vez en cuando se metía una mosca lo que ocasionaba que al sacarla enganchada en la pluma cayera sobre la escritura produciendo un borrón de mayor o menor dimensión según fuera el insecto.Durante el invierno para combatir el frío, cada uno de nosotros llevábamos una lata de escabeche vacía, a la que se le había añadido un asa, con lumbre dentro. Eso impregnaba la escuela de un olor típico del brasero.

Todas las fotos que tengo de la escuela o referidas a ella las encontrareis en la Galería de Imágenes

 

© José Manuel Molinero para www.fresnodesayago.com . Esta página se ve mejor con I.E.; resolución 1024x768

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